Volvemos a nuestro espacio creativo, esta vez con una sugerente imagen que nos trae @seppuskull y a la que hemos podido sacar bastante jugo. Esperamos que disfrutéis de la lectura de nuestros pequeños relatos.

@blackonion

Los gigantes de piedra avanzaban desde la playa. Llevaban meses avanzando, milímetro a milímetro. Pasarían todavía muchos meses más antes de que lograran sacar sus cabezas del agua y llegar hasta la ciudad, pero la gente estaba intranquila. Aunque tardasen todo ese tiempo, finalmente llegarían y crearían el caos y la destrucción a su paso.

Moviendose tan lentos es más que improbable que pudieran resultar peligrosos para ningun ser humano, pero destruirian las edificaciones.

Saalak llevaba todo este tiempo observando las figuras de los gigantes, observando como, poco a poco, de forma imperceptible, se movian.

Había que hacer algo, antes de que el tiempo terminase.

@nanth

Anabel dejo caer la ilusión holográfica para dejar ver a través de las grandes vidrieras la ciudad de matices rojos iluminada por cientos de artificios fatuos.

Una artista como ella odiaba vivir día a día en una ciudad donde respiraba un aire donde las singularidad, imaginación era cada vez más perseguido y menos apreciado .

Las nuevas corrientes estaban cayendo en decadencia y sabía que al ser de las pocas elegidas por su don no tardarían en intervenirla.

Hacia poco que su hija había muerto por el mal rojo y esa última playa era la imagen que atesoraba con ella .

Ahora era hora de volver a sentir otra vez ese férrico sabor en su boca al ir al encuentro de la ciudad.

@seppuskull

El creador de mundos se encontraba ante lo que quedaba de su último mundo, contemplando las gigantescas manos de piedra que emergían del mar. Había destruido el mundo anterior para poder crear uno nuevo, como solía hacer cada vez que se aburría o quería probar algo nuevo. Pero al ver los restos de lo que había sido una vez un lugar vibrante y lleno de vida, sintió una sensación de tristeza.
 
Recordó a los antiguos moradores de ese mundo, criaturas orgullosas y poderosas que habían luchado valientemente contra él cuando había decidido destruir su hogar. Pero al final, no habían podido hacer nada para evitarlo. Y ahora, sus manos, una vez fuertes y capaces de mover montañas, yacían inmóviles y petrificadas, como un recordatorio constante de su fracaso.
 
El creador de mundos suspiró y se volvió hacia el horizonte, pensando en el nuevo mundo que estaba a punto de crear. Sabía que sería un lugar hermoso, lleno de vida y posibilidades, pero una chispa de arrepentimiento prendió en su alma. Se preguntó si alguna vez construiría el mundo perfecto, o si siempre estaría condenado a vagar de un mundo a otro, dejando tras de sí solo un rastro de destrucción.

@drulax

Mientras paseaba por la playa el predicador observó preocupado la interminable fila de gigantescos brazos petrificados que se perdían en el horizonte. Siempre habían estado ahí, mucho tiempo antes de que aparecieran los primeros hombres.
Durante miles de años atrás esta costa fue el pilar sobre el que se apoyaron diferentes religiones, cada una con sus interpretaciones. Convenientemente diseñadas para expandir sus dogmas y su poder y controlar al prójimo.
Con el tiempo llegaron las explicaciones racionales. Teorías antropológicas de lo más excéntrico que buscaban identificarse con el pasado glorioso de una antigua civilización. No tardaron en darle la vuelta y apropiarse de ellas los nacionalismos más extremos.

Luego llegó la explotación cultural y su conversión en iconos populares que ocuparon camisetas, tazas, pósters, etc…

 Y finalmente el abandono cuando el ser humano empezó a mirar hacia las estrellas.

Hoy en día todos las habían olvidado. La humanidad había trascendido y ya afrontaba sin miedos irracionales un futuro de expansión por otros mundos. Abandonadas, con visibles muestras de vandalismo y pintadas, aguantaban allí firmes en silencio… el hombre ya no las necesitaba.

El predicador observó de nuevo el paisaje que contemplaba cada mañana. Pero hoy algo era distinto. Las estructuras parecían que estaban agrietándose y desmoronándose.
Miró al cielo donde varias naves coloniales partían hacia su aventura espacial y comprendió.
La misión de este paisaje de retener a la humanidad en el planeta había finalmente fracasado. La advertencia de no invadir ese cielo infinito al que señalaban no había sido entendida…
Y ahora estaban mandando, a quién les pusiera alguna vez ahí, el mensaje de su fracaso…

@lepifia

Todos nos hemos dedicado a moldear el mundo a nuestras necesidades, desde un niño que crea un castillo de arena en la playa, como cuando creamos un centro comercial…

Sin duda, los que más hemos moldeado el mundo somos nosotros, las personas hemos sido siempre los que mayor capacidad de moldeado hemos tenido, desde nuestros comienzos, siempre ha sido así.

Ahora bien, creo que la tierra se ha cansado de que la moldeen… Unos brazos gigantes han comenzado a aparecer a lo largo del mundo, destruyendo edificios, para crear cúmulos y cavernas, destruyendo nuestros monumentos para hacer nidos o macetas, aplastando en ocasiones a todo ser vivo para crear zonas pantanosas…

Es un espectáculo terrible, si tan solo supiesemos el porqué del nuevo diseño, podríamos adaptarnos mejor, para no entorpecer su creativa e imparable obra…

Así pues, todos nos hemos lanzado en busca de una explicación, observar y tener cuidado es la clave…

No quiero ser pulpa, pero tengo que acercarme

@rodrinza

El Mar de Lágrimas

Lo primero que recuerda Jorge es el rostro de su madre, difuso, llorando mientras le mira. Recuerda la gran mano que le trajo, atravesando el Mar de Lágrimas. Estas manos de sal, hechas de lágrimas que, de vez en cuando, traen el inmaculado cuerpo de un bebé. A Jorge le gusta pasear por la costa imaginar cual sería su vida al otro lado del Mar de Lágrimas, que estará haciendo ahora su madre, si todavía le recuerda. Pero Jorge sabe que su vida está aquí junto al resto de sus compañeros, de su familia, en este lugar que llaman Limbo